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La Mujer que depende del Hombre

Esto es lo que ocurre ahora mismo, en el mundo.

Aunque hayamos empezado el movimiento feminista – de igualdad hace 40 años, las mujeres que lo proclamaban y deseaban no tenían muchas veces medios para subsistir sin un hombre. La realidad, la cruda realidad es ésta. Y porqué lo digo? Porque al final de la trayectoria profesional viene la jubilación, más tarde o más temprano, todos vamos a terminar jubilados, y ahí es cuando vienen las grandes desigualdades. La mujer que ha trabajado en pequeños trabajos para «ayudar» a la economía familiar, o que ha dejado de trabajar para parir y cuidar a los hijos, o que ha trabajado con jornadas parciales para llevar las tareas de la casa, va a recibir una prestación de jubilación (pensión) suficiente para subsistir hasta el fin de sus días? No.. va a ser muy distinta a la del marido, y por muy feminista que sea la mujer, en este mundo completamente capitalista, quien no tiene dinero, o es muy listo sobreviviendo en la jungla o no puede comer o al menos vivir dignamente.

Y esa libertad de la mujer es muy cara, porque al depender económicamente del marido, no tiene independencia sexual que digo yo, es decir, la toma de decisiones, el dinero que se puede gastar cada semana, todo depende de qué opine quien trae el dinero en casa. Y se puede enlazar claramente con el maltrato en el seno familiar, el punto de poder que tiene el hombre sobre la mujer es terriblemente alto, y para la mujer dejar el seno familiar supone el coste de «supervivencia» del día a día y de tener algo para comer.

Hay mujeres (no todas) que se casaron por pura superviviencia dentro de la sociedad, por eso, aquello de buscar el príncipe azul no es broma, es la ley-de-vida-pura-y-dura. Si no se tenía marido, duro que sea oirlo, era difícil vivir y tener un porvenir. Pero la vida no es de color de rosa, y si el príncipe azul se vuelve azul oscuro casi negro, lo que pasa es que hay que aguantar a una persona por tener un estatus medio social, y por tener que comer (en el sentido metafórico). Luego cuando parten los hijos de casa, quedan las dos personas del contrato matrimonial cara a cara, sin amor, unidos por un mero contrato de supervivencia, en el que queda la última parte del contrato, vivir hasta la muerte de una forma digna.

Este es el precio para la mujer media que tiene que pagar para sobrevivir en una sociedad. Y esto es lo que hay que cambiar, hay que cambiar que la mujer no dependa de un marido, ni por un apellido, ni para tener para comer cada día, ni para sobrevivir en la sociedad. Que si la mujer decide compartir la vida con otra persona, lo haga de una forma libre y no obligada por la ley del más fuerte en la jungla. Que la mujer pueda recibir exactamente la misma prestación de la jubilación que su marido, en el caso en que ella no haya computado, o que se repartan a partes iguales, la suma de las dos cotizaciones,  aunque se divorcien o separen. La otra solución es que el estado cotize la seguridad social y las pensiones de aquellas mujeres que están de baja de maternidad o en trabajos de jornadas parciales o que están en casa sin trabajar, para así, al menos, tener una pensión de jubilación digna y no la mínima.